miércoles, 27 julio, 2022

¿Qué hacer cuando nuestro hijo no quiere comer?


Muchas familias se sienten desconcertadas porque su hijo, quien antes aceptaba variedad de alimentos, con el paso del tiempo comienza a ser cada vez más selectivo. Es muy común escuchar frases como “solo come fideos”, “la hora de la comida es una lucha”, “le doy lo que sea con tal de que coma algo”, y así podría seguir.

Sin embargo, ¿qué tan esperable es esto?, ¿hay que preocuparse u ocuparse?

En 2002, las recomendaciones de numerosas sociedades científicas para el inicio de la alimentación complementaria cambiaron y la sugerencia empezó a ser iniciarla a partir de los 6 meses. Debido a esto, por indicación médica y dependiendo la individualidad de cada niño y familia, muchos comienzan con la alimentación complementaria aproximadamente a esa edad. Este período de acercamiento es fundamental para el desarrollo y el vínculo futuro con la comida. Saber que la exploración y el disfrute sentarán bases importantísimas para la alimentación es la clave. Acompañar esta etapa ofreciendo diversidad de alimentos y texturas es muy importante. 

Muchos niños disfrutan los momentos de comidas, tocan los alimentos, los aprietan, se los pasan por la cara, los huelen, etc. Permitir esto es muy enriquecedor sensorialmente.

Ahora bien, este niño a quien se lo observaba disfrutar y comer la variedad de alimentos que la familia le otorgaba, aproximadamente a los 18 meses comienza a rechazar algunas ofertas, o casi todas.

La neofobia alimentaria, cuyo significado literal es “miedo a probar alimentos nuevos”, hace referencia al hecho de rechazar nuevos productos alimenticios. El comportamiento de rechazar nuevos alimentos ha sido considerado como característico de una etapa del desarrollo de los niños. La mayoría de los investigadores afirman que, desde el destete, la neofobia alimentaria aumenta rápidamente a medida que el niño presenta mayor movilidad, alcanzando un pico entre los 2 y los 6 años.

¿Es casual que a la mayoría les ocurre alrededor de la misma edad? 

La respuesta es no. A esta edad, hay infinidad de pautas del desarrollo que el niño ya ha adquirido y va adquiriendo. Sus capacidades motrices y de lenguaje le permiten salir de la situación, poner en palabras lo que le pasa: “no gusta”, “no quiero”, lo que es perfectamente esperable que suceda. Sin embargo, cómo las familias actúen ante esto es lo que marcará la diferencia. Comenzar a ofrecer solamente lo que le agrada generará que la lista de alimentos que come se reduzca cada vez más. 

¿Entonces, qué se debe hacer?

Propiciar momentos de comidas amenos y en familia.

Los niños aprenden por imitación, por lo tanto, darles la oportunidad de observar a sus figuras de referencia disfrutando de la comida es fundamental. También, se sugiere ofrecer porciones más pequeñas y diferentes variedades de presentación de un mismo alimento. El tomate se puede comer cortado en cubitos, en rodajas, en salsa, dentro de una pizza, y así podría seguir.

Saber que es esperable que rechacen un alimento para luego volver a aceptarlo. Por ello, es fundamental no dejar de ofrecer.

¿Cuándo la selectividad se convierte en un desafío?

Entre el 25-40% de los niños que se desarrollan típicamente tienen dificultades en su alimentación, este número en caso de presentar algún tipo de discapacidad puede ascender hasta el 90%.

Es importante destacar que un 50% de los niños entre los dos y tres años sin patologías asociadas son considerados como muy selectivos a la hora de comer, y suelen presentar las características mencionadas anteriormente.

Sin embargo, en ocasiones, la selectividad puede ser la punta del iceberg de una situación más compleja: un desafío en el desarrollo, o un déficit de procesamiento sensorial. Esto se puede manifestar de diferentes maneras: desde dietas muy limitadas, negación a comer ciertos grupos enteros de alimentos, problemas de comportamiento a la hora de comer, respuestas emocionales como angustia, y déficits nutricionales.

Algunas características para tener en cuenta que pueden ser motivo de consulta:

¿Qué podemos ir haciendo en casa? 

Vamos a pensar las propuestas en base al estadio del desarrollo de los niños y sus intereses.

Aunque es esperable que los niños en determinados estadios de su desarrollo sean más selectivos con las comidas, cuando esto se acompaña de desafíos sensoriales, conductuales o nutricionales sería beneficioso consultar a un profesional.

Siempre el primer paso, sobre todo si el momento de la comida se convirtió en un estrés para la familia, es consultar con el pediatra de cabecera. Saber que dejar a los niños sin comer, castigarlos y presentar el mismo alimento una y otra vez tampoco es la solución. Una evaluación integral de su desarrollo, su procesamiento sensorial desde la mirada de la Terapia Ocupacional es una alternativa completa, ya que es un profesional capacitado para abordar los desafíos en la alimentación y, de ser necesario, derivar a un especialista en otras áreas como por ejemplo fonoaudiología o nutrición.

Si tenés inquietudes sobre la alimentación de tu hijo, no dudes en consultar.

Mercedes A. Delise

Lic. Terapia Ocupacional MN 2428 MP 101362

Certificada en Integración Sensorial

Acompaña a familias de niños con desafíos en el desarrollo y en su alimentación.

IG: @mechi.terapeuta