Día Mundial de Concientización sobre Linfoma
Los linfomas son una de las formas más comunes de cáncer de células de la sangre, junto a la leucemia y el mieloma. Estar atentos a determinados síntomas permite llegar de manera más temprana al diagnóstico y al tratamiento, lo que ayuda a obtener mejores resultados.
Cada 15 de setiembre se conmemora el Día Mundial de la Concientización sobre el Linfoma, con el objetivo de concientizar sobre este tipo de enfermedades oncohematológicas, que va en aumento en todo el mundo. Sus síntomas son similares a otras enfermedades y en consecuencia, se demora su diagnóstico.
Los linfomas son un tipo de enfermedad que afecta directamente a las células del sistema inmune: los linfocitos, que funcionan como una defensa contra las infecciones. En general, se produce por un fallo de las células precursoras de estos glóbulos blancos de la sangre. Esta alteración provoca la creación de una célula anormal que se convierte en cancerosa y se reproduce principalmente en los ganglios, el bazo, y el hígado, donde se encuentra la mayor parte del tejido linfático. Eventualmente, las células anormales se expanden hacia el resto del organismo y pueden invadir órganos específicos.
¿Cuál es la causa de los linfomas?
No existe una causa única responsable de su aparición, son enfermedades multicausales. Pueden intervenir factores hereditarios, medioambientales (contaminación), tóxicos (tabaquismo, radiación) e infecciosos (algunas enfermedades virales se vinculan con posterior aparición de ciertos tipos de linfomas). Se observa un aumento en la incidencia y prevalencia de los linfomas en las últimas décadas, que puede relacionarse con algunos de los factores causales.
¿Cuáles son los síntomas o señales de alarma?
Cuando se presenta un agrandamiento no doloroso y persistente de uno o varios grupos ganglionares sin una causa aparente, es decir, sin que sea en el curso de un cuadro infeccioso. En algunos casos pueden aparecen manifestaciones inespecíficas como sudoración nocturna, fiebre vespertina, pérdida de peso y a veces alteraciones en los análisis de sangre, como anemia y/o aumento de linfocitos.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico se confirma con una biopsia ganglionar y su estudio patológico correspondiente. El especialista realizará una serie de pruebas para definir la extensión de la enfermedad, análisis de laboratorio, punción de médula ósea y tomografía, entre otros.
El tratamiento para el linfoma varía según su subclasificación, ya que no todos los linfomas requieren tratamiento inmediato. Se utilizan esquemas con drogas quimioterápicas y en algunos casos anticuerpos monoclonales u otros agentes más novedosos conocidos como blanco específico. Los tratamientos con drogas sistémicas pueden ser complementados con tratamientos de radioterapia.
Si bien el linfoma no puede prevenirse, la consulta temprana con el médico permite un diagnóstico precoz y el adecuado tratamiento, con buenas probabilidades de curación.